Espeleología Sistema del Alba

La Travesía del Sistema del Alba por la vía Llopis enlaza el icónico Bujerín de Alba con la Cueva del Alba, y es sin duda una de las travesías más impactantes del Valle de Benasque y de todo el Pirineo de Huesca. El recorrido presenta un desnivel de aproximadamente -550 m y un desarrollo cercano a los 2km, combinando grandes pozos, ríos subterráneos, galerías fósiles y sectores repletos de belleza geológica como los pasillos cebreados con vetas de mármol blanco tan característicos del Sistema del Alba.  

Tras una exigente aproximación de unas 3 horas desde los Baños de Benasque hasta el ibón del Alba, accedemos por la pequeña boca llamada Bujerín del Alba. Desde el primer pozo de 32 m, las paredes lisas de mármol blanco nos deleitan con un brillo suave, preludio de lo que vendrá. El descenso continúa con un pozo de 16 m y nos deposita en la porqueriza, un pasillo barro‑húmedo que nos hará mojarnos las piernas desde casi el inicio de la actividad.

El acceso al río activo se realiza mediante un pozo de 56 m en dos tramos fijos, seguido de galerías con caos de bloques, cascadas y pequeños pozos de 17 m y 10 m. En esta sección activa del sistema del Alba notaremos el frescor del agua en contacto directo con mármoles recordando a antiguos lechos glaciares, esta parte es bastante imponente por el paisaje y el ruido del agua que tendremos en ella.

En la Sala Maldita tomamos la vía Llopis, que invita a seguir un trayecto más limpio y estético que la vía clásica. Empezamos a ascender secos tramos equipados con pasamanos, y un rápel de 14 m nos lleva a una galería moldeada por marmitas con agua de fondo cristalino, rodeadas de espeleotemas como coladas, estalactitas y estalagmitas de calcita blanca que ofrecen pinceladas luminosas en un entorno bastante oscuro.

En el pozo del Agujero Negro de 34 m podremos ver las famosas vetas de mármol en blanco y negro, formando patrones tipo “cebra” a lo largo de las paredes, revelando la historia geológica del macizo de la Maladeta

Tras otro pozo de 15 m, entramos en la Galería de los Pisolitas, definida por formaciones redondeadas y un suelo de pozas transparentes que reflejan la luz de los frontales.

La ruta sigue hacia la Sala Llopis, conecta con cascadas y pozo tras pozo hasta alcanzar la majestuosa Sala Leonor, donde una cascada de 70 m genera niebla, ruido y un espectáculo casi hipnótico. Desde aquí, los túneles finales atraviesan la Galería de les Angúnies, con estrechos pasillos adornados por vetas marmóreas ondulantes y golpes de gubia antes de emerger en la Cueva del Alba y reaparecer a la luz exterior tras 10 o 12 horas de intensa exploración.

La temperatura constante de la cavidad, de unos 6‑8 °C, la humedad elevada y el contacto con el agua implican que se necesite ir bien preparadas, casco, arnés, cuerdas, frontales, ropa térmica y de abrigo, además de comida para reponer fuerzas en algunos momentos.

La ayuda del guía de espeleología que os acompañará será importante, pero la progresión individual por la cavidad exige técnica, concentración, resistencia y experiencia. Para poder hacer esta actividad, es fundamental tener buena forma física, saber que vamos a pasar frio y tener experiencia en las técnicas de espeleología, sobre todo en el descenso por cuerda y en el paso de fraccionamientos, aparte de todo esto también debes saber que será una de las mejores experiencias espeleológicas de tu vida. Antes de la actividad, el guía hará un repaso de las técnicas fuera de la cavidad para resolver dudas y poder disfrutar esta experiencia de la manera más segura.